La pregunta por los potenciales usos educativos de los celulares, y las experiencias innovadoras que desarrollan algunos docentes en este sentido, surgen a partir del uso generalizado de estos aparatitos por parte de los chicos y adolescentes. En pocos años, el celular ha dejado de ser sólo el medio para que los padres puedan localizar a sus hijos; con los mensajes de textos (SMS), y su “oralidad escrita”, el celular se convirtió en una forma de comunicación entre pares.
La historia de cómo estos usos fueron cambiando en los últimos años es el tema de un informe que la consultora Carrier y Asociados publicó el mes pasado, recopilando las conclusiones de estudios anteriores. Esta cronología está atravesada por las principales motivaciones por las que los adolescentes usan el celular, adaptándolo a sus necesidades e intereses.
Fines de los ‘90: “Mi mamá me llama” El uso que los adolescentes hacían del celular en estos años solía limitarse a recibir llamadas, básicamente de sus padres, con el objetivo de localizarlos inmediatamente. Comunicarse entre pares era algo poco usual, ya que no todos los integrantes de su grupo de pares tenían un teléfono –esto tardaría 5 años en resolverse-.
Año 2000: Si sólo fuera un mensajero portátilLa posibilidad de intercambiar mensajes de texto comienza a ser vista, por sus potenciales usuarios, como un “ICQ portátil”, dada la convivencia de los adolescentes con la mensajería instantánea.
Año 2003: antes del boom: uso limitado y compartido con otro integrante de la familia Por lo general, el uso del celular se limitaba a ciertas salidas nocturnas o durante el fin de semana. Al obstáculo tecnológico de contar con un equipo no apto, se sumaba la falta de interconexión entre distintos operadores y la poca cantidad de interlocutores posibles entre su grupo de pares. No obstante, los jóvenes mostraban gran receptividad a los SMS, aunque más no fuera para experimentar.
Año 2004: año del despegue: comienza el efecto de redPara este entonces, las ventas de celulares crecieron notablemente, llegando a sectores que nunca antes habían podido acceder al servicio. Así, el celular dejó de ser visto como un elemento suntuario. A medida que el celular se iba propagando entre sus pares, los adolescentes comenzaron a utilizarlo más para socializar, ampliando su uso. La capacidad de enviar y recibir mensajes se convirtió en la principal atracción, siendo la voz un requisito paterno y casi accesorio. El uso de los mensajes de texto comienza a propagarse entre los pares “por contagio”.
Año 2005: objeto personal En el último año, el celular en este segmento deja de ser percibido como un medio de comunicación complementario para ocupar cada vez más el lugar de un dispositivo personal. Los SMS quedan claramente establecidos como la forma de comunicación que define a este segmento -lo que más extrañarían si tuviesen que prescindir del celular-. Además, el celular se consolida como poli-funcional -la alarma cumple la función de despertador, el reloj del celular desplaza al de pulsera y los juegos y SMS ayuden a “matar el tiempo”-. La estética y accesorios de personalización cobran especial importancia, con lo cual el celular se convierte en un ícono adolescente, que reafirma la identificación y pertenencia con un grupo. Los jóvenes ya no se conforman con tener un móvil sino que buscan actualizarlo constantemente. Así, esta generación de usuarios de SMS encuentra en el celular el dispositivo ideal para satisfacer sus necesidades de comunicación, pertenencia, personalización y privacidad. Los SMS tienen sus códigos, centrados en la función de contacto; por eso, el primer mensaje tiende a generar un diálogo con sus idas y vueltas, reciprocidad e inmediatez. A esto se suma que esta última tecnología se adecua perfectamente a la movilidad que caracteriza al adolescente. El celular es valorado porque brinda la ilusión de no perderse nada, de estar al alcance del grupo de pares, siempre disponible.
Asimismo, el uso del celular por parte de los más jóvenes convive con una dualidad: por una parte, su uso es alentado por sus padres que ven en él una herramienta de localización de sus hijos; mientras que para los adolescentes el celular es visto como algo que favorece su privacidad e independencia. Todas estas variables, y otras, se cruzan en este objeto de análisis y hacen más complejo su abordaje. Cuestionan la utilidad de limitar los usos de estas tecnologías naturalizados para los más jóvenes, y, en todo caso, hablan de la necesidad de construir puentes entre los inmigrantes y los nativos digitales.
Motivaciones del uso del celular en los adolescentes
Los adolescentes constituyen el segmento de usuarios en el que más
súbitamente el objetivo de compra se ve alterado. Si bien el principal motivo de entrada suele ser el estar en contacto con los padres, tarde o temprano su uso se desplaza a la comunicación con los amigos.
Medio de pertenencia
Es que para defenderse del miedo que genera la emancipación de los padres el adolescente conforma grupos donde se siente protegido. El grupo de pares le provee autoestima y soporte emocional, dando lugar a una comunidad que le otorga cierta identidad y pertenencia. La comunicación en esta etapa pasa a ser un imperativo dado que posibilita la pertenencia al grupo de pares y la afirmación
de la identidad. El celular refuerza el sentimiento de “estar juntos” cuando el cara a cara no es posible.
Los motivos que llevan al adolescente a adoptar nuevas tecnologías se deben en gran parte a que facilitan las necesidades de afiliación. Es así que a lo largo de los últimos diez años ha ido haciendo propio tanto al email como a la mensajería instantánea y la telefonía móvil.
Esta última tecnología se adecua perfectamente a la movilidad que caracteriza al adolescente. Hallarse al alcance del grupo de pares, siempre disponible, permanecer al tanto de lo que hacen los demás, son motivos que guían a su consumo. El celular es valorado porque brinda la ilusión de no perderse nada, dado que la disponibilidad inmediata es un elemento central para sostener el rol como miembro activo del grupo de pertenencia, su posesión y la forma en que es utilizado son un símbolo de inclusión dentro del mismo.
Es así que en parte el boom actual de la telefonía móvil entre los adolescentes se nutre de dos necesidades fundamentales de esta etapa: identidad y comunicación.
Ámbito privado
No sólo la portabilidad es un atributo que distingue al celular, la privacidad
también lo es. A diferencia de la línea residencial que es compartida el celular conforma un área privada, separada del mundo adulto. Esto hace que sea posible un grado de autonomía, un refugio al control parental sobre las comunicaciones, prolongando el horario telefónico más allá de lo que indican las “buenas
costumbres” respecto de llamar a una casa familiar.
El uso del celular en la adolescencia implica entonces una dualidad. Por un lado el adolescente es monitoreado por los padres vía el móvil, pero por el otro gana cierta privacidad para comunicarse con sus amigos aún dentro del hogar.
SMS: Uso y abuso
El uso de los mensajes de texto caracteriza a este segmento. A través de los mismos hacen lo que en definitiva los adolescentes siempre hicieron: mantener contacto con sus pares. Eso sí, la manera en que lo llevan a cabo difiere respecto de las generaciones anteriores. Lo que ha hecho la tecnología, Internet (IM) y celular (SMS) mediante es cambiar gradualmente los hábitos y estilos de comunicación.
El SMS tiene sus códigos en este segmento. Es inusual que manden un solo mensaje cuando se comunican con sus pares. En la práctica el primer mensaje tiende a generar un diálogo con sus idas y vueltas. Es así que, más allá de las ventajas manifiestas de este tipo de comunicación (entre las que suelen destacar su preferencia por los mensajes de texto en tanto no son intrusivos y permiten ser contestados en el momento pertinente) suelen regirse por un sentimiento de reciprocidad e inmediatez. Esto es, esperan una respuesta inmediata la cual suele generar un diálogo escrito.
Los mensajes generan en algunos casos un efecto adictivo “si me los empiezan a responder me pueden mandar veinte o treinta sin problemas”. El costo cerrado de los mismos los hace sentir que pueden controlar el gasto, produciéndose en algún momento un desborde.
El celular, al igual que desde hace años lo es la línea fija, se ha convertido en una manera de pasar el tiempo entre amigos.
El acto de emitir y recibir mensajes de texto es tan importante como el mensaje en sí mismo. La cantidad de mensajes recibidos marcan la importancia del adolescente dentro del grupo, su pertenencia al mismo. Es por esto que le otorga valor a la cantidad, ya que son un signo de su importancia social. Proporcionan no sólo una manera de establecer vínculo social sino de lucirse ante los pares.
Los padres también usan cada vez más el SMS, muchas veces impulsados por sus hijos ya que es prácticamente la única forma de mantener contacto con ellos.
Más allá del menor costo en este tipo de comunicación, el adolescente suele privilegiar este medio para evitar conversaciones innecesarias con los padres. Es a través de los SMS que informa qué están haciendo o la hora en que estará en sus hogares. A su vez, éstos presentan la ventaja de pasar inadvertidos frente al grupo y evita los vergonzosos llamados de monitoreo paterno.
Más allá de ayudarlos a consolidar la relación entre los pares y de convertirse en el medio idóneo para estar al tanto de dónde, con quién y qué están haciendo sus amigos, el SMS también suele ser una excelente forma de acercarse al sexo opuesto y sortear la timidez, “nos mandamos [mensajes] con chicos de otros colegios, en los recreos les decimos ‘hola ¿cómo andás?’”.
En ciertos casos los mensajes de texto son el medio para llevar a cabo ciertos ritos como mandar mensajes de “buen día” cada mañana al novio/a demostrando compromiso en la relación. Así como el hecho de compartir los mensajes recibidos con un amigo suele reforzar la amistad, en una muestra de confianza.
Desde un principio los adolescentes identificaron el uso de la voz con los adultos, percibiendo al SMS como un sustituto más adaptado a sus necesidades y gustos. El costo cerrado de los mensajes tornó aún más placentero su uso convirtiéndolo en un diferenciador que inclinó fuertemente la balanza hacia éstos.
De aquí en más
Es indudable que el uso de la telefonía celular entre los adolescentes no es una moda sino un fenómeno que llegó para quedarse.
Su uso está ya totalmente naturalizado debido a que ya no se trata de un servicio para pocos o de adultos. Con más de 15 años de la existencia del servicio, los adolescentes ven a la telefonía celular con tanta naturalidad como sus padres ven a la telefonía fija. Por otra parte, el marcado descenso del costo de los terminales que se produjo en los últimos 3 años equipara la adquisición de un teléfono con el costo de un jean de marca y resulta bastante más barato que un par de zapatillas de moda. Se trata simplemente de un producto más que un joven puede desear y
obtener.
Así, esta generación de usuarios de mensajeros encuentra en el celular el dispositivo ideal para satisfacer sus necesidades de comunicación, pertenencia, personalización y privacidad.
Si a todo esto le sumamos que, por razones generacionales, los adolescentes son además los más propensos a desarrollar nuevas formas de uso y vinculación con la tecnología, este segmento es la referencia obligada a la hora de delinear los nuevos usos de la misma. Quien así no lo entienda, se estará perdiendo un anticipo de lo que viene.
miércoles, 24 de septiembre de 2008
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3 comentarios:
La pagina esta muy completa y ordeneda. La informacion es muy util y es bueno que se discutan estos temas, sobre todo en estos tiempos. El uso correcto de la tecnologia es muy importante; debemos aprender a usar los adelantos tecnologicos sin que estos condicionen nuestras vidas...
R.J.
Luci:la verdad que la pagina me parecio muy interesante,actualizada e indispensable para que los padres de chichos adolescentes se informen y de alguna manera encuentren la forma de manejar a sus hijos.
las fotos estan muy buenas! besos J.D.
Me pareció muy completo e interesante el informe sobre el uso del celular. Es para ternerlo en cuenta y no solo pensando en los adolescentes.
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